La teoría del ajedrez avanzó muy lentamente hasta mediados del siglo XVIII. En 1749, apareció el maestro francés Francois-Andre Philidor con su libro titulado Analyse du jeu des Échecs. Este libro cubría algunas nuevas ideas de aperturas (incluida la defensa que aún lleva su nombre) y también contenía la famosa defensa Philidor en los finales de torres y peones, una técnica de final de partida que todavía se usa hoy en día. La famosa frase de Philidor de que «Los peones son el alma del ajedrez» se introdujo por primera vez en este libro.
El ajedrez continuó ganando popularidad en todo el mundo, hasta que en el siglo XIX, tras la muerte de Philidor, y de modo bastante gradual, se inició en Francia e Inglaterra una reacción contra los preceptos posicionales de su escuela que trataban de refinar las ideas del jugador más fuerte de su época
que tanto impacto habían causado. Este cambio, producido principalmente en tierras británicas, fue el mejor conocimiento que se tuvo de las teorías de los maestros italianos, de su estilo audaz e individualista que pretendía un rápido desarrollo de las piezas y la acumulación de elementos contra el rey.
Esta vuelta hacia las partidas de Greco, esta reacción contra el intento clasicista de encerrar el ajedrez en unas normas rígidas, era una de las tantas manifestaciones del Romanticismo, idéntica a la que se pudo observar en las diversas ramas del arte y la literatura.
En este curso, analizaremos el ajedrez y los principales jugadores del siglo XIX, desde Morphy hasta Lasker pasando por Steinitz.